domingo, 4 de diciembre de 2011

Satisfacciones...

La satisfacción que necesitas no te la da un carro nuevo. Es cierto, se siente genial, pero eso no libera tu mente.
La satisfacción que necesitas no te la proporciona un aumento de sueldo. Bien por ti, pero eso no elimina tus problemas y conflictos externos e internos.
La satisfacción que necesitas no te la da una pareja bella. No esta mal, pero eso no logrará tu paz interior.

La satisfacción que necesitas no te la entrega nada ni nadie, eres tú quien tiene el poder, ¿lo sabías? Y esto no es un post reflexivo, estilo la iglesia cristiana. Es un post existencial, de parte de una persona existencial que adora los placeres terrenales, pero que está consciente de que éstos son fugaces e inciertos, y que los logros, los éxitos y las palmadas en la espalda, son mas sustanciosos que un carro del año.

Lo que quiero decir es: el valor de tu interior es desconocido y subestimado por ti mismo, la mayoría de las veces. No tienes idea que ese es el centro de tu universo, que te provee y es el que verdaderamente te satisface, así tu burbuja sea un caos... Paz interior, ese es mi lema.

Yo:

Suelo pregonar tanto la necesidad de un estado mental sano y relajado, que pienso que a veces se me ahoga el gatillo y termino complicándome más de lo normal. O ¿será simplemente que soy complicada?... Mientras tanto continuaré con mi mantra.

¿Es tanto pedir?

Me gusta hasta el tono que tiene tu piel, y de como se te ven los labios por la luz de la cámara cuando te tomas una foto. Me gustan también como se ven tus manos así las tengas hechas un puño. Tus cortes de cabello. El color de tus ojos así no sea uno extravagante, es el color de TUS OJOS y ya con eso me encanta. Para mi tus ojos son el cielo así no tengan el mismo color. Me gusta como entumeces los labios a la hora de sonreír. Las curvas de tus caderas, senos y boca. Me gusta tu necedad y la manera en que escribes. Me gusta como te ves de perfil, y tus pies hasta por debajo. Me gustas tú y me gusta todo lo que eres.

La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda - J. Porcupine